Contigo...

[...] Estaba sentada en la silla, en ese parque vacío como su alma... como su corazón. La noche estaba solitaria, miró el cielo y se sintió identificada con la luna, quieta y sola en un cielo sin  estrellas. El viento empezó a soplar fuertemente, su cabello se alboroto, se cogió de la silla con fuerza, se sentía débil, indefensa.


Cuando el viento cesó, alzo la vista, seguía esperando, no sabia qué con exactitud, pero sabia que en algún momento llegaría. El tiempo pasaba, y la luna caminaba lentamente por el cielo, como siempre plateada y hermosa... Ella se paró, miro a los lados, ya se había separado mucho de la luna, ya sentía la venida del amanecer, una suave brisa acaricio su cara, fue entonces, cuando ella lo sintió, ahí estaba, la había echo esperar mucho tiempo pero al final había llegado. 

Los nervios hacían que sus piernas temblaban, sentía su mirada, quería voltear pero su cuerpo no respondía, trato de relajarse, pero no se podía mover, entonces se desespero, trato con todas sus fuerzas de voltear pero no pudo, ella lo sentía, sentía su mirada, su sonrisa... pero no pudo hacer nada... y la luna se estaba yendo, ya estaba esclareciendo. 


Cuando por fin termino de luchar contra su cuerpo y pudo voltear, vio la magnificente silueta de ese cuerpo por el que había estado esperando toda la noche, no vio nada mas, de nuevo había perdido la batalla contra su cuerpo y sus piernas se habían plantado en el suelo como enormes raíces, solo veía el sol cayendo sobre ese esperado cuerpo, su silueta... Y así de rápido como llego, lo vio desvanecerse, entonces los rayos del sol del amanecer cayeron y rozaron con delicadeza su piel... sonrió. En ese momento, ella lo había amado.